Es cierto, lo que escribo en estas páginas va dirigido a todos los que me quieran leer y siempre agradeceré vuestra caridad y paciencia por el tiempo que perdéis con mis «chorradas». Igualmente, también tengo presente que me lee un amigo muy especial. Se trata de mi lector más crítico. Nunca aparecerá por aquí, así lo decidió y así lo cumple. A media mañana, me llama por teléfono y me hace llegar su crítica de lo que acaba de leer. Con suerte, algún día me felicita tímidamente por algún pequeño detalle; el resto, ni que decir tiene, son severas críticas por mis muchas faltas y errores.
Por ejemplo, dice que soy un desastre a la hora de colocar las «comas»; a veces muchas y mal y otras pocas y… mal también. De los tildes dice que me defiendo regular y de poner «b» en lugar de «v» o viceversa, no me suspende, pero… que se me ve perdido a la hora de acentuar «que». La redacción, salvo alguna excepción, rozando siempre el suspenso. Dice que redacto mal y a veces embrollo todo en exceso consiguiendo que se me entiende peor. Cree que todo se debe a que leo poco o lo hago sin dedicarle la atención necesaria. Vamos, que escribo muy deprisa y corrijo muy poco.
Ni que decir tiene que me repite hasta la saciedad lo de: «sujeto, verbo y predicado» ante mi lamentable espectáculo habitual de incumplir esa elemental regla y empezar casi siempre las frases por el predicado, luego el sujeto y al final el verbo o al revés o al revés del revés. Total: UN DESASTRE.
Otra cosa por la que fustiga duramente es por la repetición de palabras en el mismo párrafo. Me comenta que a veces queda muy bien y en ocasiones es una licencia que adorna el escrito y que se nota cuando deliberadamente lo quiero escribir así, pero tampoco es cuestión de abusar y le resulta imperdonable que lo haga sin venir a cuento o por la dejadez de repasar detenidamente el escrito y sustituir las repeticiones por otra palabra de igual significado pero de diferente escritura.
Cuando cito alguna frase textual o escribo palabras o vocablos de otro idioma, no le gusta nada que los entrecomille con las comillas inglesas en lugar de hacerlos con las propios del castellano. Mi «criticador» es muy amante de las cosas propias de cada idioma, en este caso el español; pero lo sería igualmente si hablara o escribiera en gallego o cualquier otro idioma y no le gusta nada que se mezclen, salvo en alguna palabra muy puntual y siempre con el entrecomillado adecuado.
Más, muchas más cosas me dice, no calla, es muy severo conmigo (algo que le agradezco sinceramente), pero no recuerdo todas sus críticas, son tantas... Según me las vaya haciendo saber, aparte de intentar corregirme, las iré contando. ¡Ojalá! me siga ayudando a pulir mis muchos defectos. Aprender es muy importante. Además no hay nadie, esté en el nivel que esté, del que no podamos recibir lecciones.
Me dice que siempre debo estar dispuesto a aceptar todas las críticas, vengan de donde vengan. No entendería que no lo hiciera y que sólo valorara las positivas. Me habla mucho del gran error, desgraciadamente muy extendido, de vivir pendientes del halago de los demás para de esta manera sentirse más importantes, verse y creerse en posesión de la auténtica verdad. Me señala igualmente a esas personas que necesitan sentirse como dioses y siempre esperando que se les rinda culto a su figura mientras su ego saborea dulcemente la lisonja del halago ajeno. Para terminar me recomienda que nunca caiga en el error de adular innecesariamente a nadie, solo conseguiremos, me insiste, convertir a una persona, normal en otros tiempos, en ahora un engreído reyezuelo. ES SABIO MI AMIGO, ES EL MEJOR.
Espero temeroso, a la que vez que impaciente e ilusionado, su veredicto.
2 comentarios:
Nunca viene mal tener amigos reales, de los que te dicen la verdad, desconfía de los que siempre te adulan.
Muy sabio tu amigo, cuídalo.
Besos.
Hola, Elena. Como bien dices deconfiemos siempre de los que nos adulan y no adulenos nostros a nadie. Cada uno en su sitio y aguantando sobre nuestras espaldas el bagaje que nos ha correspondido a cada uno.
Gracias por seguir viniendo a este cuaderno.
Un beso.
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