Cuando uno ha cumplido 25 años y algunos meses más ( bastantes, bastantes más), inevitablemente los recuerdos, nos ocurre a lo largo de toda la vida, se agolpan y cada día llaman a nuestra puerta.
Recuerdo muy bien aquellas fiestas populares en los pueblos pequeños o en barrios de las ciudades o en esas romerías donde se iba a visitar al Santo o Santa en una pequeña ermita y que era la disculpa ideal para dar rienda suelta a la alegría, la diversión, el baile… en fin, había de todo, por haber había hasta trileros, habilidosos y pícaros personajes dignos de la mejor novela.
Otro de las atracciones para la gente joven, eran los CARRITOS DE LOS HELADOS, siempre eran blancos y solían tener pintadas alguna raya azul. Allí estaban los crios y no tanto, comprándose un helado. No eran muy buenos, aunque posiblemente fueran más naturales que los de ahora; los recipientes donde se guardaban supongo serían de aluminio y solían tener por cierre una especie de media esfera a modo de tapa. Curiosamente no tenían electricidad pero se conservaban bien. « ¡Que levante la mano aquella o aquel de más de 50 años, que no ha probado un helado de aquellos!» Todavía se ven, muy pocos pero siguen existiendo aunque ya nada tienen que ver con los de antaño. Pero siguen como siempre, limpios y blancos. Son inconfundibles los añorados CARRITOS DE LOS HELADOS.
Pero yo no quería hablar de helados ni de sus carritos y no sé como sin darme cuenta he empezado así, he continuado y casi pongo el punto final.
Mi intención era hablar de otros carros y de las acciones “guarras” de algunos padres o madres o de ambos.
Afortunadamente cada vez lo veo menos, pero se sigue viendo a los carros de los Supermercados de alimentación con un niño dentro recorriendo las galerías del establecimiento. Supongo que les meterán para poder andar más rápido y porque a los pequeños seguro que les encanta ir así. Creo de verdad que es una pésima costumbre que los establecimientos deberían cortar tajantemente. La inmensa mayoría de esos niños que son llevados en carro ya andan solos, se mueven con libertad por la calle y claro, no están exentos (nadie lo está) de pisar cualquier porquería, saliva ajena, un esputo o mierda de perro entre otras lindezas. Esas delicias se les quedan en los zapatos como es normal y esas suelas pueden pisar y dejar restos en el fondo de un carro donde luego tú o yo vamos a poner encima una barra de pan, con el plástico algo roto o cualquier otro alimento que por el motivo que fuere se ha podido poner en contacto con lo que el niño o niña pisó y dejó allí en el carrito, que precisamente no era el de los helados.
Como siempre, los niños son inocentes, los culpables son otros, los padres. Y si dices algo, ya sabes lo primero que te van a decir: ¡FACHA y VIEJO! No falla. Y digo yo,… ¿Qué tendrá que ver el culo con las témporas?
5 comentarios:
Fernando, recuerdo de pequeña "el carrito de los helados", pero no en Sevilla, en Cádiz cuando iba a casa de mi querida abuela. ¡Qué ricos estaban esos helados!.
Me parece una falta de educación llevar a los niños dentro del carro del supermercado, lo mismo que has escrito pienso yo, pero para ser sincera he llevado a los míos, no sé si te habrás fijado en un compartimento que va cerrado, lo abres sientas al bebé mirando hacia a ti y sus piernecitas quedan colgando, "la de pataditas que he recibido", hasta los cuatro añitos, después andando que es gerundio.
Te he mandado un "emilio", ¿te ha llegado?.
Saludos
Bonito recuerdo, Fernando, y lo has bordado describiéndolo.
Respecto a lo de los niños y los carros de Hiper, no creo que los peores sean los niños y sus zapatos.
Este país está lleno de guarros y hay cosas peores en dichos carros.
Recomiendo que sobre la base del carro de marras se ponga una bolsa bien grande, y se depositen las compras dentro de la susodicha bolsa.
Gracias, Pasión, por tu visita. Ayer tuve necesidad de escribir y puse otras dos entradas más. No sé si las viste. En la de Triana comentaba que en la c/ San Jacinto está la placa con la leyenda que habla de "Soledad". Si no la encuentras, un día te digo su nombre o te lo digo ahora ya. TABERNA ROCIERA MIAMI. Está cerca del Altozano, tiene un rótulo vertical muy grande. Si entras y ves un señor mayor, bajito un poco gordito y de gafas, es uno de los dueños, le preguntas el porqué de llamarse Miami. Un día lo leí en el ABC en una entrevista que les hicieron a los dos hermanos. Tiene su historia ese nombre.
La cerámica que te indico está colocada en la mitad del local,. una vez pasado la barra
La otra era sobre Bécquer.
No he recibido ningún correo tuyo. Supongo que tú recibiste el mío, pero a esa dirección no me ha llegado nada. Así que inténtalo de nuevo, pero siempre hazlo al Hotmail, lo prefiero.
Un cariñoso saludo. Un beso.
Como siempre, Javier, eres muy bien recibido y agradezco tus comentarios y opiniones.
Es cierto, en este país somos un poco demasiado guarretes y lo peor es que no estamos haciendo nada para conseguir mejorar.
Un cordial saludo.
Fernando, ¿qué es el Hotmail?, te lo digo en serio, no tengo ni idea.
El que está en tu perfil es gmail.com que también lo he mandado por ahí pero me da error.
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