lunes, 2 de noviembre de 2009

Todavía quedan algunos.

Tomás de Torquemada. Inquisidor Mayor del Reino.



Aún quedan por el Mundo muchos discípulos de Torquemada. Algunos que se creen libres de ataduras, se sienten protagonistas progresistas, abiertos al diálogo; que aman las supuestas doctrinas de liberalismo que se viven allende de fronteras y eso les debe hacer sentirse más especiales, más importantes. Pero al final, tienen como único estandarte el no aceptar otro pensamiento que no sea coincidente con el suyo.


Me recuerdan tiempos pasados donde obligatoriamente imperaba el pensamiento único (conmigo o contra mi). Ahora mismo se me va la mente hasta la Alemania de los años treinta del siglo pasado o a la Unión Soviética de los años cuarenta o incluso a la España del propio Franco; aunque en el fondo, les gustaría más volver a los tiempos de Torquemada, en los que no se consentía que nadie no pensaran como ellos y si se atrevían a hacerlo... les marcaban con el signo del diablo rojo y al final, acababan como acababan.


¿Qué podemos hacer? Muy poco, sólo compadecernos de estas personas que cada día abundan más, que no saben vivir sin el halago ajeno, la lisonja, que van de redentores y engañadores de sus propias limitaciones. Son así de torpes, aunque a lo mejor, tengan títulos del saber adornando las paredes de su casa. Pero… el hervor de la vida, de la calle, nunca le saborearon y se les nota.¡ Vaya si se les nota! y así les va.


2 comentarios:

Elena dice...

Te noto con resquemor Fernando, parece que hablas de alguien en concreto.
No te hagas mala sangre, siempre hay personas intransigentes que no soportan la diversidad de pensamiento. Sé lo que digo porque alguna vez lo sufrí en mi propia persona.
Y sobre todo, de parte de la izquierda, que no admite otra ideología tachando de fascista a todo el que no comulgue con sus postulados.
¡Vamos, llamarme fascista a mí, que odio todo tipo de totalitarismo es para cagarse!

Un beso con mi cariño.

Fernando dice...

Gracias, Elena, por tu comentario y visita

Excepto en los socorridos y habituales «copiar y pegar» tan extendidos por estos sitios, nunca nadie escribe nada por casualidad. Creo que hasta en los imaginarios relatos de ciencia ficción siempre dejamos nuestra impronta personal.

Un beso.