miércoles, 2 de diciembre de 2009

Santa Teresa de Jesús y el equipo de fútbol de Burgos.















Que nadie se asuste. Hasta donde sé, no tengo ninguna prueba de que Santa Teresa jugara al fútbol en Burgos.

Un amigo mío sevillano, que conoce Burgos de haber estado en una ocasión, acompañando a su equipo bético en un partido Burgos-Betis que se jugó en la capital burgalesa; siempre me recordaba que esta ciudad solo tiene dos estaciones. La de Invierno y la del Ferrocarril. Fue tanto el frió que debió pasar que lo tiene grabado a hielo en todo su cuerpo. Tampoco creo que fuera para tanto, pero ya se sabe, viniendo del calor del sur, el contrate es muy fuerte.

Me estoy alargando como siempre. Todo lo anterior no era otra cosas que el preámbulo para contaros la anécdota de las carmelitas descalzas seguidoras de la Santa de Ávila y el fútbol burgalés.

En el desaparecido campo de fútbol de Burgos, Zatorre, era donde el equipo burgalés jugaba sus partidos y donde fui a verle muchos domingos en el año que allí estuve viviendo. Los muros del viejo estadio daban a la huerta del Convento de las Carmelitas (por cierto fue el último que fundó en persona Santa Teresa) y cada partido eran muchos los balones que acaban en el terreno de las monjas.

Lo recuerdo perfectamente; desde los laterales de la general que era mi localidad, se veía al final de cada lado de la tribuna como habían colocado una escalera de madera bastante alta desde donde era posible subir hasta lo más alto de la tapia que separaba, como dije antes, el campo y el huerto de las carmelitas.

Cada vez que un balón salía del campo y caía en los territorios de las monjas, el encargado de la escalera se subía hasta lo alto. Allí tenía un cesto y una cuerda, le bajaba hasta el huerto y la monja que estaba al otro lado de tapia le colocaba dentro el balón que había recogido. El señor de la escalera volvía a subir el cesto con el balón y lo devolvía al campo.

Hasta aquí todo era muy normal, salvo que aquel serio señor previamente había tenido que depositar unas monedas en el cesto, que estarían pactadas, para compensar caritativamente a las monjas su colaboración futbolera. La historia y la donación se repetía cada vez que el balón salía fuera del campo. ¿Os fiáis mucho de que alguna hermana monja no estuviera en la capilla rezando a la Santa para que cayeran muchísimos balones en la huerta?

Lo cuento como anécdota curiosa, pero tampoco lo veía nada mal. Nadie lo veía mal. Así compensaban a las carmelitas, porque estoy seguro que los días de muchísimo frío y de lluvia, la monja encargada de recibir las monedas y devolver el balón lo pasaba mal pero lo hacía con “desinteresada” caridad cristina y nunca falló en su cometido.

Y es que Teresa de Ávila, hasta para un no creyente, es mucha Santa Teresa.

8 comentarios:

Elena dice...

Pues no estaba mal el "trato".
Lo bueno habría sido que las mismas monjas devolvieran el balón atizándole una buena patada con los refajos "arremangaos". Jajaja

Un beso Fernando.

Fernando dice...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando dice...

Elena, eliminé mi primera respuesta, se me había escapado un gazapo.

Una vez corregido, la respuesta quedaba así.

«Hola Elena. Tienes toda la razón pero me temo que eso de ver el refajo o las pantorrillas a unas monjas al principio de los 60...creo que no hubiera estado bien visto, además el espectáculo hubiera estado en como ver a las monjas darle duro al balón en vez de lo que pasaba en el terreno de juego.

Hoy seguro que muchas de ellas van a la playa y me parece estupendo.

Gracias por tu visita

Un beso »

Atapuerques dice...

Otro gallo nos cantara, si Santa Teresa de Jesús jugara en el Burgos C.F., que tan de capa caida va y necesita gente con un par para su refundación.
El último ascenso del Betis se celebró en el Plantío, que fue el campo de fútbol que sucedió al Zatorre, y aquello supuso una de las defunciones de nuestro club de fútbol. Los béticos montaron un fiestón de aupa, y hasta hubo quien pagó su localidad para entrar a verlo, pues se calculaban unos 5000 hinchas de Sevilla.
¡Heróica foto, Fernando¡ Si antes de comenzar el partido estaba el suelo como un lodazal, no me quiero ni imaginar como terminarían el partido esos jabatos de la Gimnástico Burgalesa.
Desde las casas de enfrente también se veía estupendamente el fútbol del Zatorre, y creo recordar que se hablaba de un "duro" por cada balón que devolvían las monjitas.
Un saludo

Fernando dice...

Gracias amigo y paisano. El año que pasé en Burgos fui a Zatorre bastantes partidos, veía también jugar al Juventud.

Estoy seguro que la próxima temporada volverán a enfrentarse de nuevo los tres equipos burgaleses en la B ¡OJALÁ! Nada me gustaría más.

Un “durito” de aquella época por balón, tampoco estaba nada mal. Seguro que había más de una monja rezando en la capilla a la Santa de Ávila los días de partido. Ya sabes lo que dice el refrán: “Todo es bueno para el Convento”

La foto la he conseguido en la Red.

Con los dos amigos sevillanos, que muchas veces me recordaban aquel día histórico para el Betis, siempre me hablaban de lo mismo, del frío que pasaron y lo mucho que les había gustado lo poco que pudieron ver de Burgos. ¡AH, SI LAS PIEDRAS HABLARAN!

Un abrazo.

Atapuerques dice...

Fernando: !!Las Piedras hablan¡¡. Te lo digo yo, que de eso entiendo un rato.Las monjitas del convento de Santa Teresa de Jesús del principio del Paseo de la Quinta, ahora convertido en bosque (sic)han sido siempre muy del espectáculo, pues por el otro lado de la tapia les solían colocar el Circo cuando venía a Burgos, y te puedes imaginar el olor a tigre de todo tipo que tenían que soportar. Como los tiempos avanzan y por su cercanía a los edificios de la Evolución humana, tendrán que soportar el ruido de los autobuses que alli les aparcarán. No sabía la Santa Fundadora todas las vicisitudes que ha tenido que soportar ese pobre convento

Fernando dice...

Tienes razón y rizando el rizo, supongo que la música de las bodas en "El Miraflores".

Me traen recuerdos aquellos años, sin olvidarnos del cuartel de caballería por un lado y el de Sementales del Ejército por otro y en medio las monjas (cosas del destino) Mi familia vivía en ¿Mateo Cerezo?, muy cerca de cuanto hablamos

De cualquier forma sigue siendo un paeso delicioso La Quinta. Voy con frecuencia a Burgos.

Las dos ciudades que con más árboles y paseos que conozco, son Sevilla y Burgos.

Un cordial saludo.

Fernando dice...

Viví solamente un curso en Burgos en casa de unos tíos en la calle que te comenté antes. No guardo ningún otro recuerdo de los lugares próximos, salvo los que comentaba antes, fue poco tiempo.

¡Claro que me gustará leer lo que has escrito sobre el arbolado de Burgos! me lo pasas cuando puedas.

A hablar de dos ciudades muy "arboladas" logicamente he tenido en cuenta la dimensión de la ciudad. Pero a pesar de todo, no creas, Burgos es un auténtico privilegio los paseos.

Ya veo que de piedras puedes empezar a hablar y no parar. Al final, el diálogo siempre es estupendo y enriquecedor.

Un saludo y hasta la próxima.