domingo, 6 de diciembre de 2009

Caminando a Santiago

La provincia de Burgos, puede que sea la que tenga mayor número de kilómetros en el Camino de Santiago. Hay dos rutas que la atraviesan; una, la principal, la importante, la del Camino Real que nace en el centro de Europa y que tiene dos vías de penetración en España. Una por Navarra y la otra por Aragón, juntándose las dos en Puente la Reina (Navarra) y allí a través de La Rioja, entra en la provincia de Burgos hasta llegar a la de Palencia, León etc. para acabar en Santiago. En ese largo camino recibe peregrinos de otras rutas principales, los caminantes del Camino de la Plata, que salieron de Andalucía o parte de los de la Cornisa Cantábrica.


La otra ruta secundaria que atraviesa Burgos, es la que desde el sur de Francia entraba por Guipúzcoa, pasa a Navarra, Álava y llegaba a la provincia de Burgalesa por la Puebla de Arganzón, Treviño, Miranda de Ebro, Pancorbo, Briviesca, Monasterio de Rodilla y continua hasta la capital castellana y allí en la bella iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal a las puertas de Burgos, se une con los peregrinos del Camino Real y así, ya queda un solo camino por recorrer.


A la salida de Burgos y a las puertas de Castrojeriz, sobre lo que fue anteriormente el palacio y la huerta del rey Pedro I de Castilla, se hallan las ruinas del antiguo monasterio de San Antón, regido por los monjes antonianos, que se dedicaban a cuidar de los enfermos que llegaban haciendo el Camino de Santiago, sobre todo de los que presentaban la enfermedad llamada del fuego de San Antón, fuego sagrado, fuego de enfermo (enfermedad muy extendida entre los siglos IX al XIV) Era un mal que se producía al comer cereales contaminados con cornezuelo, hongo desarrollado en el centeno. Producía una especie de gangrena o de lepra y muchas veces era necesario amputar y allí, en las paredes del monasterio, era habitual ver los miembros cortados de los enfermos.



Pero una característica muy importante de este convento, según nos cuentan, es la cruz de Tau, símbolo religioso que aparece en ventanas y muros. Es un emblema que adquirieron los frailes antonianos, sopechosamente brujos y hechiceros, como símbolo de su orden y que llevaban en color rojo cosidos sobre sus túnicas negras; además de ser una letra, con poderes misteriosos, del alfabeto griego. Después la adaptaron los templarios, y cuando San Francisco de Asís, pasó por el lugar en su peregrinaje a Santiago la hizo propia como cruz de los franciscanos.


Volviendo a las curaciones; estos monjes se dedicaban a curar a los enfermos del fuego de San Antrón, como ya comentábamos antes. Eran famosas sus ceremonias a lo largo de las cuale bendecían diversos objetos: La cruz llamada Tau, el pan de San Antonio, el vino santo remedio del fuego y las campanillas del Santo, entre otros objetos.


Además de curar a los enfermos del fuego de san Antón, imponiéndoles un escapulario con la Tau y ofreciéndoles los también curativos pan y vino del santo; atendían, con caritativa hospitalidad a todos los peregrinos, incluso a los que pasaban de noche.


Para estos últimos tenían dispuestas, bajo la protección del pórtico de la iglesia, unos departamentos de piedra en las que siempre se encontraban las necesarias provisiones para seguir el camino.


En la actualidad se está acondicionando el convento. Lleva tiempo funcionando un albergue de peregrinos. Las ruinas se han consolidado y se han habilitados dependencias para centros de estudios y biblioteca relacionados con el Camino de Santiago. Pero lo realmente impresionante es pasar andando o en coche entre sus arcos y sus muros, es una sensación única. Hará año y medio de mi última visita. Volveré en primavera.


No hemos hablado de los datos históricos del convento, ni del rey fundador y del monarca que lo clausuró (estos monjes antonianos alguna historia nada clara de hechicería tuvieron sobre sus conciencias) pero tampoco es importante y si es preciso otro día lo hacemos.



4 comentarios:

Elena dice...

Bueno, dicen que nunca te acostarás sin haber aprendido algo nuevo. Yo he aprendido hoy algo gracias a ti, Fernando.

Un beso.

Mª Ángeles dice...

Interesante artículo, seguiré empapándome con tus clases de geografía e historia porque me encantan.
Hace tres años hice un tramo del Camino de Santiago (Piedrafita do Cebreiro- Santiago). Me prometí a mi misma qque el año siguiente haría otro y cada año uno hasta completar todo el camino, pero la holgazanería me ha vencido, sin embargo, ahora mismo, al leer tu post se me han reactivado las ganas. Te mantendré informado.
Saludos

Fernando dice...

Hola, Elena. No creo que mis cosas sean para aprender, ¡ojalá lo fueron! Pero no, tan sólo son meras anécdotas o historias de las cosas que me gusta leer, esudiar o vivir personlmente, sobre todo esto último.

Gracias por tus palabras y por tu visita.

Un cordial abrazo.

Fernando dice...

Hola, Mª Ángeles: Gracias por tu visita.

La verdad que hacer el Camino tiene que ser una maravilla, nunca lo pude hacer andando única forma que para mi es válida y me temo que ya pasó mi hora; pero lo he estudiado mucho y leo todo lo que cae en mis manos sobre este tema.

Te animo a que lo completes y termines en Santiago. Otro día hablaré de uno de los últimos actos que hacían los peregrinos en las puertas de la ciudad gallega.

Mis amores, aparte de los que he dado y recibido como ser humano, son y siguen siendo el Arte y la Historia y en ellos empleo muchas horas aprendiendo.

Solo un par de cosas más y termino. Si te fijas en la cabecera de mi cuaderno está La Torre del Oro de Sevilla y la Iglesia de San Martín, en Frómista (Palencia) para mi, el románico más importante del Camino y de España.

La segunda es que este cuaderno tiene una vida de apenas dos meses. Comencé en Octubre y sobre la séptima entrada de ese mes hay un comentario “El Milagro de la Luz” donde también cuento una historia muy bonita que ocurre en el Monasterio burgalés de San Juan de Ortega en pleno Camino a Santiago.

Gracias por tu visita y un cordial saludo.