viernes, 8 de enero de 2010

Aplauda, por favor.



La mili la hice muy joven, fui voluntario y no precisamente por desmedido amor de servir a la Patria desde el ejército; fue por el egoísmo de terminarla cuanto antes, elegir destino aunque para ello había que estar algunos meses más de soldado. En aquel momento convenía así. Eran los años sesenta y pico

Total, que por un cambio en la estrategia militar y no sé cuantos líos más, el periodo de instrucción que iba a ser en Madrid, pasó a Cáceres y como además nos retrasaron la salido para Extremadura unos 15 días, me quedé en los madriles ese tiempo extra.

Tenía amigos allí, compañeros de mi reciente época de estudiante. Ellos, parece ser que estudiaban y casi todas las noches nos veíamos. Muchos de aquellos días y posteriormente en alguna otra ocasión, cuando estando ya de soldado tenía que viajar a Madrid, íbamos al teatro. Descubrí, aunque por encima le conocía, ese apasionante mundo de los escenarios.

Igualmente hay otro motivo para recordar con simpatía y agrado aquellos tiempos. Sabía que existía pero más nada a partir de ese conocimiento. Asistí por primera vez al teatro como espectador de «CLA»

Mis amigos, llamaban por teléfono al teatro donde queríamos ir, allí nos daban la dirección de un bar próximo donde a precio muy reducido nos vendían entradas de «Cla» sin numerar, para la función del día.

Esperábamos a entrar en la sala cuando faltaban unos poco minutos. Si el patio de butacas no estaba lleno, nos sentábamos en las filas vacías y si aparecía algún regazado con esas localidades nos íbamos para atrás. Si se llenaba había que ir “arriba” e incluso al “gallinero” como ocurrió en una ocasión. Se entendía que nuestra obligación era iniciar los aplausos con fervor en los momento concretos de la obra, pero al final aplaudíamos como todos cuando nos parecía bien y nunca jamás los primeros. No éramos buenos «Clas»

Esas inesperadas vacaciones me dieron la ocasión de poder a ver las grandes obras de teatro de la época y sobre todo a unos magnifico intérpretes. Recuerdo, en aquellos días que fuimos casi todos al teatro y en los viajes siguientes, a actores como, Galiana, Lemos, Merlo, Bódalo, Rodero, las hermanas Gutiérrez Caba, entre otros. Siempre mi recuerdo más importante es el de Manuel Galiana, me impresionó verle actuar. Nunca podré olvidar su interpretación en «La casa de los siete balcones» de Alejandro Casona, fue genial, todo el teatro en pie aplaudiendo a la compañía y cuando apareció él a saludar el teatro “se vino abajo”. No sé cuanto duraron los aplausos.

Y hablando de este actor, le seguí con mucho interés por TV; trabajó mucho en la pequeña pantalla pero le perdí posteriormente la pista, durante bastantes años. Hace relativamente poco tiempo, un par de años a lo sumo, un día me llevo la gran sorpresa y le veo haciendo “Escenas de matrimonio” en Tele 5. Entiendo que todos los trabajos son dignos y que tenemos necesidad de comer todos los días, pero ver a Manuel Galiana en esos papeles, como que me hizo sentir algo extraño. Afortunadamente, al poco tiempo le volví a encontrar nuevamente, contándonos también en TV, «El Camino del destierro del Cid» y por lo menos, sentí la satisfacción de que, nunca tan noble caballero hubiera tenido un mejor ni más digno narrador de su vida y hazañas.

Aquella costumbre teatral, de comprar los aplausos, por lo visto, hacía nacido en los grandes coliseos operísticos europeos; la vanidad y la rivalidad de los divos de la ópera había establecido la costumbre de distribuir unas localidades entre sus incondicionales con el fin de "romper el hielo" durante sus actuaciones, aplaudiendo ruidosamente en los pasajes que los propios artistas señalaban. Luego más tarde se extendió con el mismo fin vanidoso al teatro tradicional.

Ya no hay «cla», debió desaparecer hace mucho tiempo. Por mi parte, al terminar la “mili” no volví a Madrid y con ello dejé de ver teatro. Donde vivía, en alguna ocasión aparecían compañías, pero no existían esas cosas ni eran tiempos de vender tus aplausos por una rebaja en las entradas al teatro.

En mi época sevillana, fui en bastantes ocasiones al Lope de Vega. Vi actuar a los mejores actores y presencié impresionantes obras y algún que otro bodrio que de todo hubo. Recuerdo con especial admiración «Las bicicletas son para el verano» de Fernando Fernán Gómez. Fue un éxito apoteósico, el mayor que he visto en mis andanzas por los teatros.

Hoy, sin saber el motivo, he recordado aquellos tiempos que a veces, uno tanto añora.


4 comentarios:

Elena dice...

Preciosa tu entrada de hoy Fernando.
Yo, por haber vivido en un pueblo pequeño, apenas fui al teatro, gracias a Dios teníamos un magnífico cine que con el tiempo desapareció.

A mí me encantaban todas las obras de TV del programa Estudio uno, me las vi todas.
Mi favorita "Doce hombres sin piedad" con José Mª Rodero.

Es una pena que la reposición de aquel programa no haya tenido éxito, ya ves, los tiempos cambian.

Un beso.

Fernando dice...

Gracias, Elena, por tu visita.

Al escribir esta entrada, que te confieso es de las pocas que salvaré de mi hoguera el día que como Nerón suba a la colina para ver arder todo lo mío. Me he sentido bien con mis recuerdos imborrables que siempre están ahí, aunque a veces algo olvidados.

Era una maravilla aquellos Estudios Uno de TV. ¿Qué decir de José Mª Rodero? Fue un genio de la escena. Todos los que nombre y por supuesto muchos más, fueron unos actores importantísimos.

Aquí, (hoy tenemos toda la nieve del mundo) solamente queda un cine de los siete que hubo. En la casa de Cultura es donde se hacen ahora representaciones teatrales de las muchas compañías que vienen subvencionadas por el Ministerio de Cultura y la Junta de Castilla y León, única solución para que se pueda hacer y ver el teatro profesional. Afortunadamente, la llama sigue viva.

Un abrazo y hasta la próxima.

Pasión dice...

Fernando, un aplauso para tu entrada, bonito homenaje.

No conocía lo del "espectador de CLA". Me encanta el teatro y la ópera, pero el presupuesto no me llega, ¿seguirá existiendo el CLA?, porque entonces me apunto.

Todos los actores que has nombrado los he conocido, bien por la tv. o teatro, maravillosos todos.

Las series que nos echan por tv. la mayoría no las veo, no me gustan ninguna.

Manuel Galiana me encanta y he visto "El Camino del destierro del Cid". Si ha trabajado en Tele 5 a parte de necesidad, o no, lo habrá "enchufado" su suegra la gran Lola Herrera que en estos últimos años se ha apuntado al carro de las "feministas progres, una mujer maltratada por su
ex-marido alcohólico, otro gran actor Daniel Dicenta".

Un abrazo

Fernando dice...

Gracias, Pasión. Me temo que "la cla" dejó de existir hace ya tiempo y ya sólo nos quedará su recuerdo. Pero...fui afortunado,por haber podido ser espectador de "cla".

No sabía el parentesco de Lola Herrera y Manuel Galiana, ni la afición al "frasco" de Manuel Dicenta.

Cualquier día voy a escribir una entrada sobre los teatros públicos. Es una vergüenza que con nuestro dinero se financien estas obras, se admitan abonados, que siempre son los mismos, los de "pasta" y el resto hacer interminables colas para las pocas localidades que se ponen la venta o la reventa.

Un abrazo.